Foto de: @matiastazza
Compartimos un llamamiento a la acción el próximo 4 de febrero de Global Coastline Rebellion de la que XR forma parte:
Profundamente chocante pero no tan sorpresivo: El día 15 de enero de 2022, un derrame de petróleo proveniente de las operaciones de la compañía española Repsol sucedió en la costa peruana, cerca de la capital. Este desastre ecológico es uno de los más graves de la historia reciente. Aves marinas muertas, cubiertas de denso petróleo, tóxicas olas negras estallando contra las costas peruanas, … Declaraciones de Repsol evadiendo su responsabilidad, poniendo en evidencia el hecho de que no tenían un plan de contingencia, que en sus mentes, el colonialismo está vivo y las grandes corporaciones ven los territorios vivos del sur global como una zona que saquear con impunidad, y dejar desolada.
Cualquier análisis objetivo de la historia de estas operaciones y de la situación mundial vigente debe concluir que la extracción de petróleo y otros combustibles fósiles, además de suponer un peligro constante de derrame, contaminacion y destruccion, contribuyen de sobremanera a la crisis climática que amenaza con tornar inhabitables muchos países de Latinoamérica y del Sur Global. Y lo más importante es que la continuación de estas operaciones es completamente innecesaria, ya que actualmente existen las tecnologías para desarrollar la energía renovable y así contar con energía menos costosa y con un peligro y un impacto al medio ambiente mucho menor.
Mientras los países desarrollados del mundo defienden las iniciativas climáticas para reducir las emisiones globales, grandes empresas multinacionales de combustibles fósiles con sede en esos mismos países, siguen yendo exactamente en la dirección contraria, lo cual es totalmente incompatible con sus compromisos ambientales. Estas multinacionales siguen expandiendo su extracción de petróleo y gas por todo el mundo, especialmente en el Sur Global, empleando métodos muy peligrosos y controvertidos como el fracking, las prospecciones sísmicas y las perforaciones en alta mar o en aguas profundas.
Sin embargo, recientemente se han conseguido victorias gracias a las campañas de resistencia local que han logrado frustrar los planes de algunas de estas corporaciones, como es el de Shell en las costas de Sudáfrica, así como del yacimiento petrolífero de Cambo, frente a Escocia. También en Canadá en los últimos años se han cancelado la construcción de varios oleoductos luego de años de resistencia de grupos indígenas y de activistas ambientales. En California, hace poco la presión de grupos de activistas cobró frutos: El estado prohibió el “fracking” a partir de 2024. Y estos son solo algunos ejemplos. En otros lugares, la resistencia popular también está cobrando impulso: miles de personas se han movilizado en las costas argentinas en las últimas semanas contra la llegada de los estudios sísmicos y las perforaciones en alta mar de las multinacionales Shell y Equinor, bajo el llamamiento a un "Atlanticazo".
Tenemos que aunar fuerzas a nivel mundial para impedir que el poder corporativo destruya ecosistemas y mate a las personas más afectadas en las zonas más vulnerables, socavando las democracias y vendiendo al público falsas soluciones para la crisis climática.
Hacemos un llamamiento a todos los movimientos y organizaciones de base que luchan contra el poder corporativo y sus crímenes medioambientales para unirnos en una acción de solidaridad internacional sin precedentes, en la que podamos dar visibilidad a estas historias y generar un impacto suficiente para frenar el avance del colonialismo corporativo en todo el mundo.
Estamos organizando una acción global el 4 de febrero con muchos países diferentes, tanto del Norte como del Sur.
Los océanos se elevan, se sublevan, y nosotros también.
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